jueves, 10 de diciembre de 2020

Opinión: El CHANLIPÓ y el FUMANCHÚ de Desamparados

Los que pertenecen a mi generación, a la de mis padres y abuelos hemos tenido la suerte de poder deleitarnos y reír a mandíbula batiente con las ocurrencias que brotaron de la mente privilegiada para el humor y el rejuego del idioma español de Castor Vispo, el legendario libretista del programa radial “La Tremenda Corte” en la que un elenco de brillantes y singulares humoristas encabezado por Leopoldo Fernández (Tres Patines) interpretaban las jocosidades de sus personajes con maestría sin igual. 

En uno de los capítulos de dicha comedia radial, el titulado: “Alcaldicidio”, el Alcalde Rudesindo Caldeiro y Escobiña (Adolfo Otero) teniendo a Luz María Nananina (Mimi Cal) como testigo a cargo, se querella contra Tres Patines ante el Tremendo Juez (Aníbal de Mar), por supuestamente el segundo, haberse robado el dinero que aportaron los miembros del partido político CHANLIPO (Chambeloneros Liricos Populares), para la construcción de un monumento a la memoria del fallecido alcalde del pueblo, Don Tribilín Cascote. 

Ambos personajes son contrarios políticos: Rudesindo pertenece al partido CHANLIPO y Tres Patines al FUMANCHÚ (Fusión Mancomunada Chucheril), la trama se desarrolla en medio de las acusaciones de ratero y estafador que le hacen al personaje principal en el “tribunal” y el «proceso» concluye como casi siempre, con una «sentencia» condenatoria contra el acusado resolviéndose el «tremendo caso». 

Si extrapolamos esa situación a la política cantonal es evidente que en medio del proceso de decadencia moral, ética e institucional (al parecer irreversible) en que ha entrado de un tiempo a esta parte, la partidocracia tradicional, podríamos identificar líderes, politicastros, seudo dirigentes y organizaciones parecidos a los legendarios personajes del antiguo programa radial cubano, que con su conducta y accionar no les falta nada para imitarlos y hasta superarlos en sus inauditas peripecias. 

Veamos: los principales partidos del Concejo Municipal de Desamparados están en un proceso de relajamiento de su disciplina interna y posible violación flagrante de sus estatutos, sin que los que lo hacen reciban sanción disciplinaria alguna, por el contrario, en la mayoría de las ocasiones estas inconductas son incentivadas o premiadas por sus líderes. 

El “tigueraje” ha alcanzado categoría dirigencial, es el nuevo modelo y paradigma del político “exitoso”. De un tiempo acá “todo se vale” en la política vernácula y en nuestros partidos. Fueron conductas como éstas las que sirvieron de caldo de cultivo para que, por ejemplo, en Venezuela surgiera un “vengador social” que lo fue Hugo Chávez Frías. La clase política llegó a tal nivel de desprestigio, el Pueblo venezolano se hastió tanto que prefirió que un militar relativamente desconocido asumiera las riendas de esa nación, en vez de que continuaran gobernando adecos y copeyanos bajo la consigna descarada y retrógrada de la “conchupancia”. 

El Partido Liberación Nacional (PLN), por un lado extasiado y envilecido en su prolongado ejercicio del poder en el cantón que le ha traído entre otras cosas; la pérdida de sus principios y método de trabajo. El Partido Nuestro Pueblo (PNP) y el Partido Unidos Podemos (UP), dos intentos de hacer oposición que no han trascendido más por el pasado socialcristiano —en el caso del PNP— y liberacionista —en el caso del UP— de sus principales dirigentes, los cuales no fueron capaces de desligar a sus organizaciones de las rancias y desfasadas prácticas de sus partidos madre: el Partido Unidad Social Critiana (PUSC) —en el caso del PNP— y el PLN —en el caso del UP—. Dos partidos «modernos» con viejas “mañas”. (Deduzcan ustedes cuál o cuáles de estos partidos en el Concejo Municipal se asemeja al CHANLIPO y el otro será por descarte, el FUMANCHU…). 

¡Ni hablar del Partido Nueva República (PNR) y del Partido Ecológico Comunal Costarricense (PAEC)!. Pobres entelequias, reducidos a ser “partidos bisagra” para mendigar mantener su reconocimiento legal y el acceso a los fondos municipales. 

Estamos ante la insólita decadencia de la partidocracia cantonal, fenómeno interesante y que habrá de producir situaciones y realidades impostergables para la pervivencia de la democracia y la República de Costa Rica como proyecto viable y no degenerar en un “estado fallido” a corto o largo plazo. 







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